Tras una fuerte tormenta, llega siempre la apacible calma y con ella toca valorar los daños, coger aire, mirar hacia delante y volver a empezar, porque la esperanza no es de ignorantes sino de valientes.
La fortaleza no es un don de unos pocos, todos la poseemos, solo tenemos que desarrollarla.
Si te sientes perdido, no decaigas, sigue el camino todo recto, y tarde o temprano terminarás encontrando la salida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario