Me.

Brilla diferente y eso asusta a cualquiera.




Raquel Reitx.

sábado, 28 de marzo de 2020

Destino.

Somos destino.

Cuenta una antigua leyenda oriental, que estamos conectados por un fino y etéreo hilo rojo. Unido a nuestros dedos en busca de su extremo, sin importar el tiempo, lugar o circunstancia. Vagamos por la vida buscando a nuestra mitad.
Este no desaparece, no quiebra ni se enreda.

Según los griegos, en nuestro génesis, fuimos concebidos con 4 brazos, 4 piernas y 2 caras.
Pero, temiendo nuestro poder, Zeus nos fraccionó en dos seres, condenándonos a pasarnos la vida en busca de nuestra otra mitad.

Somos situaciones, circunstancias. Somos recuerdos, historias e ilusiones.
Somos todo eso que pasa mientras aguardamos todo lo que nos queda por llegar.



En tiempos de guerra.

Estamos a centímetros.
No puedo tocarte, besarte y ni siquiera puedo oler tu piel. 
Mis dedos no rozan tu espalda y mi tez no se eriza con tu contacto.
Mis labios no desgastan tu cuello y mis ojos no ven como te quedas dormido en mi pecho. 
La proximidad puede enfermarnos, pero quién no caería en esa condena con tal de consumir tus labios. 
El veneno atraviesa los poros y se posa en tus pulmones. La cautela debe adueñarse de nuestro juicio. 
Nos convertimos presos de nuestro propio hogar huyendo de algo etéreo. 
Buscamos la cura aun sabiendo cual es el remedio. 



La gente se obceca pierde el control de la situación y comete errores. Pero el mayor error de todos... es saber cual es el error e ignorarlo.